- El Día Mundial de la Conservación del Suelo se celebra el 7 de julio de cada año para conmemorar que, desde la producción de alimentos hasta la regulación del ciclo del agua y la mitigación del cambio climático, el suelo desempeña un papel esencial y merece una mayor atención y cuidado.
- Para preservar la salud del suelo en la agricultura, es fundamental implementar prácticas adecuadas. Mediante la aplicación de tecnologías avanzadas para recolectar y analizar datos, es posible monitorear y predecir eventos de manera eficiente. Esto facilita la toma de decisiones rápidas y oportunas para mitigar el impacto de las actividades agrícolas en los suelos aptos para la agricultura.
- El suelo que tenemos es el único suelo que habrá a lo largo de nuestras vidas.
Quito, julio de 2023. Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, la degradación del suelo le cuesta a la economía mundial entre $ 18 y 20 billones de dólares anuales, pero la economía no es el único problema, pues como indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de un tercio de los suelos del mundo se consideran degradados, lo que representa unos 2 mil millones de hectáreas de tierra. El suelo es un recurso no renovable que no solo permite la producción de alimentos y la filtración del agua, sino que es un aliado imprescindible para combatir el cambio climático.
Cuando volvemos la mirada al campo, hay algunas prácticas que pueden generar daños no sólo a la naturaleza sino también al productor, precisamente porque formamos parte de una red que influye y sufre la influencia, respectivamente. Como respuesta a este panorama, se está desarrollando con éxito la agricultura inteligente o ‘Smartfarming’, un concepto que se fundamenta en no desperdiciar nada: ni terreno, ni productos, ni recursos vitales como el agua.
La información almacenada, el tratamiento de datos y el uso de algoritmos parecen temas que nada tienen que ver con el cultivo del campo, las siembras, la agricultura y mucho menos con la protección del suelo. Sin embargo, con el desarrollo y la innovación que se viene dando en el sector agrícola, estos conceptos que engloban a la agricultura inteligente se están haciendo cada vez más imprescindibles en las actividades de la tierra. Con la tecnología en el campo, el agricultor puede hacer seguimiento de sus cultivos de manera precisa para determinar, sin equívocos, dónde es conveniente intervenir.
Esta es una práctica sostenible, concebida para gestionar los recursos naturales de manera eficaz y disminuir el impacto de esta actividad en el medio ambiente. “Al hacer las aplicaciones de productos –agroquímicos y fertilizantes- de forma directa y precisa, no habrá residuos de estos que contaminen la tierra y el agua. De esa manera, se disminuyen, por ejemplo, los gases de efecto invernadero, la deforestación y se utiliza mejor el recurso natural”, explica Fernando Mora, coordinador de Gestión de Producto de BASF para Ecuador y Colombia.
Uno de los ejemplos de adopción de agricultura de precisión es la recolección y el análisis de datos que le permite al agricultor, además de monitorear mejor sus cultivos, predecir y detectar anomalías en ellos. “A través de algoritmos e inteligencia artificial es posible calcular hasta en un 99 % la presencia de enfermedades y malezas. Esto, sin duda, es una gran ventaja en temas de productividad”, explica el experto. Además del beneficio ambiental, el uso de la agricultura inteligente derivará en ahorros y una producción sostenible al optimizarse los procesos.
En Ecuador son los cultivos de exportación los que están a la vanguardia de estos procesos de inteligencia agrícola. “La tecnificación en el campo es vital para la competitividad del país, pues el uso de estas técnicas que permiten producciones eficientes y seguras con el medio ambiente y el uso del suelo, siguen mejor los lineamientos de los entes de control que dan las certificaciones de calidad de los productos”, asegura Mora.
Otra adopción exitosa de la tecnología en la agricultura es la aplicación aérea. “En los drones se puede implementar ahora sistemas de GPS, de posicionamiento global y válvulas de flujo inteligente que nos ayudan a hacer aplicaciones de manera más eficiente y exacta”, comenta Mora. El uso de drones para actividades agrícolas, por ejemplo, se ha incrementado en un 80% desde 2020. En Estados Unidos, su uso para la inspección del campo es imprescindible porque permite el manejo de tractores no tripulados, riego remoto, nivelación del suelo por láser y la utilización de sensores para aplicaciones exactas y seguras de agroquímicos.
La manera tradicional de trabajar la tierra está cambiando y la agricultura de precisión es la respuesta a los agricultores que quieren cultivos sanos, rentables y cada vez más sostenibles. ‘Smartfarming’ asegura el futuro de la agricultura y por lo tanto, a la soberanía alimentaria. Sin duda, el registro y digitalización de los datos que recoge esta tecnología se convierten así en el insumo más valioso para el agricultor y en el aliado más poderoso para la conservación del suelo cultivable.